El primero de junio del año pasado Fontamara quedó, por primera vez, sin luz eléctrica. El dos de junio, el tres de junio, el cuatro de junio, Fontamara siguió sin luz eléctrica. Y así también en los días sucesivos y en los meses sucesivos, hasta que el pueblo volvió a acostumbrarse al régimen de la claridad de la luna. Para llegar de la claridad de la luna a la luz eléctrica, Fontamara había necesitado un centenar de años, pasando por el aceite de oliva y el petróleo. Para volver de la luz eléctrica a la claridad de la luna, le bastó un anochecer.
Los jóvenes no conocen la historia, pero nosotros, los viejos, la conocemos. Todas las novedades que en setenta años nos trajeron los piamonteses se reducen, en definitiva, a dos: la luz eléctrica y los cigarrillos. La luz eléctrica han vuelto a quitárnosla. ¿Y los cigarrillos? Que se atragante el que los ha fumado siquiera una vez. A nosotros siempre nos ha bastado la pipa.

Ignazio Silone. _Fontamara_. Losada, Buenos Aires, 1962.

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