Uno está solo. Uno compra un dulce para vengarse de la soledad. Uno está solo y lee, para buscar la compañía de otro que también está solo y por eso escribe. Uno está solo con su piel de solo, una piel de granitos. Una tiene novio, marido o amante, porque dice que la soledad a dos es más soportable, pero la soledad es siempre la misma, endúlcela o no. Uno tiene hijos porque cree que son ellos los que uno cree que harán olvidar cuán solos estamos, pero un día han crecido y uno reafirma que es el culpable de la soledad de sus hijos. El parto es el acto de soledad más grande de la vida, porque hay un ser que te abandona, que dejó de ser tú. Un ser que se sintió muy solo dentro de ti. Y nos cae encima el peso de la muerte, todo el peso de la vida. ¡Ese terror tan solitario! Uno está solo y mira al teléfono. Escuchas música con placer sadomasoquista de estar todavía más solo. Uno está terriblemente solo y mira a través de la ventana, siempre habrá una ventana para cada solo, y un smog de soledad se cuelga por las chimeneas.

Zoé Valdés._Sangre azul_.Emecé Editores, Buenos Aires, 1998.

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