Llueve. Siempre.
A veces muy poco, como agua que flotara. Otras, muchas, es una pared líquida que golpea la cabeza.
Sólo esa puede tomarse. Una vez que cayó, está impura. "Contaminada" es la palabra que usan los viejos.
Se camina sobre el barro, entre grandes pilas de hierros, escombro, plástico, trapos podridos y latas oxidadas.
De tanto en tanto las nubes se abren un poco, y brillan pedazos de vidrio rotos, nunca más grandes que una uña. Algunos los usan para hacer puntas de cuchillos, pero son demasiado frágiles.
Un viejo tiene un cuchillo de vidrio, que utiliza solamente para cortar carne, nunca para la pelea. Los demás usan latas o hierros afilados.
Alguna paja braba corta el basural. Arbustos, nunca más altos que un hombre, con espinas, con unas hojas minúsculas y negras.
Y hongos, que salen por todos lados.


Rafael Pinedo. _Plop_. Interzona, Buenos Aires, 2004.