Cuenta Fernández, después del tercer vaso de vino, que la más morena o el caos de la carne le inventó un idilio, y de pronto salió asegurándole que él se iba a vivir con una mujer que había comprado un departamento -"ella tiene plata, no me lo niegues"- y que ahora lo estaba amoblando. Fernández nada contestó. Él, generalmente, no contesta infamias. Mira, escucha, calla. Eso hizo con el caos de la carne. Como él era todo ojos y silencio, ella le manoteó frente al rostro y luego se echó a llorar. Llora con facilidad el caos de la carne.


José Luis Garcés González. "Fernandez y las ferocidades del vino", en _Vino para contarnos_. Planeta, Buenos Aires, 2007.

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