Estaba un poco inquieto, algo no marchaba. Demasiadas verdes. Un verde obstinado, maldito, como el de los bosques cuando ya no sirven. Guardé algunas piedras y me puse a escuchar. Nada. Luego seguí escarbando, pero ya no pude volver a concentrarme. Encontré un grupo de piedras alarmantemente amarillas que parecían pequeños limones momificados, una delicia, aunque torpes, demasiado generosas. Las típicas piedras que fascinaban a Blanca, ah neófitos, tan impresionables... Cuando se buscan piedras, cada cual termina escogiendo la que le corresponde.

Andrés Neuman. "La primera piedra", en _El que espera_. Anagrama.

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