"(Garabatos escritos en el margen algunas semanas después, para uso de novelistas: "Durante tres latidos, el cuerpo de ella se fundió con el cuerpo del otro encima de ella. Sus uñas se clavaron en el cabello del otro. De su garganta surgieron gritos, y ella escuchaba la voz del otro susurrarle palabras extrañas, incomprensibles. Un cuarto de hora después estaba sola. A través de los cristales rotos penetraba el sol en amplios haces de luz. Se estiró y gozó de la pesadez de sus miembros. Se pasó la mano por los mechones de cabello revueltos de su frente. De pronto sintió con una claridad inquietante cómo otra mano, la mano del amigo lejano y quizás muerto hace tiempo ya, le acariciaba el cabello. Sintió hincharse algo dentro de ella, llenarse hasta rebosar. Las lágrimas le cayeron en torrente de los ojos. Se revolcó en la cama dando puñetazos al colchón. Se mordió las manos, los brazos, hasta llenarse de moratones. Aulló con la cara pegada a la almoada y deseó morir.")."


Anónima. _Una mujer en Berlín_. Anagrama, Barcelona, 2005.

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